Desde que he comenzado esta etapa profesional he vivido momentos muy variados y sobre todo muy intensos. Pero hay uno en especial, que guardo con gran cariño y que me gustaría compartir con vosotros.

Ya sabéis que soy una firme defensora de las relaciones de confianza y que estoy convencida que son la única vía para poder alcanzar el éxito y conseguir los objetivos deseados.

No obstante y siendo fiel a esta confianza que me gusta tener y mantener con todo mi entorno, debo reconocer que se trata de procesos complejos, que van de menos a más.

El momento más crítico es cuando se empieza una nueva relación. La entrada suele ser difícil, no tanto por las formas, sino por el enfoque, el discurso, el método… Mis clientes me escuchan, creen y sienten que necesitan ir en esa dirección, pero no es un camino fácil porque para poder hacerlo, previamente es necesario ‘quitarse los corsés’. Es decir, su forma habitual de actuar y, sinceramente, no es fácil.

 

Es un proceso gradual de generación de confianza y establecimiento de pequeños cambios que se va asentando y facilitando conforme vamos forjando la relación y obteniendo resultados. El punto más importante del camino es cuando el cliente hace suyo el discurso y lo interioriza, como sucedió el otro día.

Estaba trabajando con Elena y en un momento concreto ella me interrumpió con mucha suavidad y cierta sorpresa por mi parte. Seguidamente, completó el razonamiento que yo estaba haciendo, como si hubiese salido de mi propia boca, me sorprendió tanto que no pude evitar expresar mi sorpresa  y ella terminó su discurso diciendo: ” estoy interiorizando el cambio, TE SIGO ”.

Desde entonces sus palabras resuenan en mi cabeza y se han convertido en una gran fuente de motivación. Gracias Elena!!