Cualquier momento es bueno para realizar cambios, especialmente si dichos cambios van orientados a nuestro desarrollo. Sin embargo, el inicio de año es el momento perfecto para sentar las bases de lo que queremos hacer en el año, tanto a nivel personal, como profesional.
Es el momento idóneo para abordar el reto del folio en blanco. Tenemos la oportunidad de sentarnos con nosotros mismos y definir las metas que nos gustaría alcanzar a lo largo del año.
Creo firmemente que tener nuevos objetivos cada año es una de las mejores formas de evitar caer en la rutina, de mantenernos activos, motivados y en permanente crecimiento. Nos obliga a desarrollar nuestras capacidades de forma permanente y a salir de nuestro estado de confort. Nos aporta una ilusión, una chispa, un incentivo que nos hace movernos inconscientemente hacia su consecución, en definitiva una forma de sentirnos vivos.
Personalmente, disfruto especialmente de esta época del año en la que todo esta por hacer. Aprovecho para definir mis metas personales, que suelen ser diversas y afectan a mis hábitos diarios, a mis aficiones y también a mis retos profesionales.
En el apartado profesional, analizo detalladamente cada proyecto y esbozo el objetivo del año en cada uno de ellos. En algunos casos, dichos objetivos están enmarcados en uno de mayor envergadura y mayor duración, pero es vital que cada año avancemos según lo previsto para su consecución.
Esta es mi forma para hacer que cada año sea único, especial y diferente al anterior. Es mi manera de tener presente que el tiempo pasa y en nuestra mano está sacarle partido.