Al igual que las personas, las empresas necesitan hacerse revisiones periódicas con un poquito de profundidad, con el fin de chequear la salud de las mismas y cómo de fuertes se encuentran. Especialmente en estos momentos con entornos cambiantes y convulsos.
Para realizar estos análisis debemos tomar dos tipos de fuentes:
- Fuentes Externas, aquellas que nos brinda el mercado. Tendencias, informes externos, análisis de mercados, situación de los clientes, competidores, proveedores y prescriptores.
- Fuentes Internas, toda la información relevante que se encuentre en la empresa, especialmente cuadro de mando de la empresa y datos económico – financieros.
Una vez recopilada toda la información, es momento de analizarla. Para ello, podemos seguir diferentes metodologías. Personalmente la que más me gusta es la que expongo a continuación.
- Actualizar la visión de la empresa, cual es la motivación para que exista y cual queremos que sea en el futuro. Empezamos a encontrarnos con estudios, en los que se demuestra que las empresas con propósito son un 35% más rentables y duraderas que el resto.
- Analizar la posición de la empresa en el Entorno, a mi me gusta mucho realizar análisis de Benchmarking, que nos permiten medirnos con la competencia y quedarnos ‘con lo mejor de cada casa’
- Previsión de ingresos. Mix Producto/Servicio – Política de precio. Son uno de los elementos más clave en el desarrollo y continuidad de la empresa y dónde más elementos irregulares me encuentro habitualmente. La estructura económica y por ende, la rentabilidad de la empresa depende directamente de cómo de bien estructurados estén los elementos anteriores.
- Análisis de inversiones. En este sentido es importante, analizar si necesitamos incurrir en inversiones y en dicho caso cuantificarlas y enmarcarlas temporalmente.
- Analizar la estructura financiera de la empresa. Ver que está acorde con las previsiones que tenemos para los próximos años. Comprobar que nuestros activos no corrientes están adecuadamente financiados, con fondos propios y/o recursos financieros de largo plazo y nuestros activos corrientes, cuentan con fuentes de financiación de corto plazo. También es muy relevante y más en estos momentos, disponer de liquidez a corto plazo y tener fuentes disponibles, aunque no sean necsarias, por si podemos tener tensiones puntuales.
Tras chequear todos estos aspectos, ver cómo de saneados estamos en cada uno de ellos y cuantificar cómo de lejos de donde nos gustaría estar en unos años, no más de dos/tres, es el momento de definir objetivos y desarrollar los planes de acción necesarios.
Espero que estos sencillos pasos te animen a la acción y a la reflexión. Después de todo, cómo decía Séneca, «Ningún viento es favorable para quien no sabes dónde va»