En los últimos tiempos son muchos los gestores con los que hablo que me dicen que no se sienten respaldados por su equipo, que se sienten solos, que nadie les entiende y mucho menos les comprenden, que están cansados de hacer esfuerzos y que van a tirar la toalla.
Es duro escuchar este discurso de forma reiterada, mientras ves delante de ti a una persona muy capaz, que ha demostrado su valía pero que en este momento está moralmente hundida.
También he hablado con las personas de más confianza de esas empresas, quienes me cuentan su realidad, tampoco especialmente halagüeña. Me cuentan sus miedos, la situación de incertidumbre que viven, las amenazas que ven y una vez más me doy cuenta, que como casi todo en esta vida es cuestión de confianza. Pero ¿cómo construimos esa situación de confianza? No es una tarea fácil y no son matemáticas, pero si os puedo asegurar que sin unas bases lógicas es imposible.
- Siendo totalmente honestos: Es necesario hacer un ejercicio de reflexión y contar la situación en la que se encuentra la empresa. Especialmente si existen incumplimientos con los trabajadores.
- Decir la verdad… sin peros: Es muy frecuente que, bien por proteger a los propios trabajadores, bien por nuestros propios miedos vayamos adaptando el discurso a la realidad que intuimos quiere oir el que tenemos enfrente. Esta práctica, acaba volviéndose contra los gestores, porque al final las versiones que cuenta no coinciden y como consecuencia se genera una desconfianza total en su gestión e incluso en su persona.
- Recibir feedback: En situaciones como las que estamos viviendo es importante escuchar lo que nos tienen que decir nuestros colaboradores. De esa manera podremos conocer su posición, recibir información útil para la toma de decisiones y por supuesto su mayor implicación, siempre que sientan que lo que están diciendo no cae en saco roto.
- Ser consistente:El discurso debe ser el mismo, alineado con la situación y siempre con el mismo tono, no vale que un día nos comamos el mundo y al día siguiente nos estemos planteando el cierre de la empresa.
- Ser coherente: Todos nuestros actos deben estar alineados, no podemos pedir austeridad a nuestros trabajadores, mientras despilfarramos los ingresos que tenemos.
Una máxima que funciona muy bien en la generación de relaciones de confianza es ‘No hagas a los demás lo que no quieras que los demás te hagan a ti’. Así que, ya tienes una forma de hallar la respuesta en caso de duda.